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El giro decolonial y otros demonios


Extraído de Universitas. Revista de Ciencias Sociales y Humanas, Patricio Iván Rosas Flórez




Pensar la descolionalidad

 

Pensar el concepto de “giro” como postura diversa y necesaria, permite re-construir espacios de reflexión ante las hegemonías dominantes de Latinoamérica durante los últimos cincuenta años.

“La descolonialidad no es un proyecto de vuelta al pasado sino un proyecto presente mirando hacia el futuro. De manera que cuando se intenta pensar desde “tradiciones”, lo que está ocurriendo es que se está utilizando una epistemología o cosmología Otra” Es necesario pensar al “giro decolonial” como un giro epistemológico. Abrigar tales posturas son inicios para formar un criterio el cual permita reconocer al giro decolonial como recurso epistemológico para la ruptura de saberes.


El “giro” refirió siempre sobre lo filosófico-religioso, abrió espacios de reflexión en el imaginario popular, con la Teoría de la Liberación.

Es atrevido pensar, si el término “girar” dio un nuevo matiz a la reconocida teoría marxista tradicional, en aquellos momentos donde los pueblos latinoamericanos albergaban ideas revolucionarias.


¡Vale la pena girar! Aníbal Quijano con su concepto “la colonialidad del poder” puso de manifiesto los problemas de las estructuras del poder colonial, y en específico analizó las relaciones y problemas con las diferentes “razas”. Con la trans-modernidad de Dussel se plantea un ir más allá, girar hacia otro lugar. ¿Qué significa?, el principal objetivo de los pueblos es salir de la pobreza, algunos piensan que ese criterio debe ser un imperativo moral de quienes dirigen los países empobrecidos de Latinoamérica.


Girar, significa voltear la cara a quienes manejan esas estructuras de poder. Comprender las lógicas de las transnacionales y el manejo del gran capital financiero por los grupos hegemónicos de poder aupados por las oligarquías de turno, cuyas élites no han hecho más que justificar sus negocios y hacer del ejercicio de la política una ventana por la cual evadir impuestos y aplicar un modelo neoliberal abusivo y represor.


“El giro decolonial es la apertura y la libertad del pensamiento y de formas de vida-otras (economías-otras, teorías políticas-otras); la limpieza de la colonialidad del ser y del saber; el desprendimiento de la retórica de la modernidad” (Mignolo, 2007: 29). Insisto, “girar” permite pensar las formas de ejecución de las políticas públicas de un Estado. Significa: De-colonizar, sin la injerencia de recetas externas, lejos de unas imposiciones comerciales abruptas.


El girar es una estrategia para re-posicionar, comprender las necesidades que son muchas, y que los sujetos puedan cambiar su perspectiva interna sobre los abusos del poder, con una fuerte dosis de conocimiento de la realidad económica, política y social que los rodea. Girar nos obliga a meditar ¿cómo exigir a los gobernantes la aplicación de políticas claras Políticas que favorezcan a la mayoría y no sólo a quienes han capitalizado con el uso de la deuda pública la cual comprometió a los países y los llevó a sus largas agonías de pobreza paupérrima y absoluta por el dominio de las grandes corporaciones y entidades financieras; donde el ser humano nunca fue su prioridad elemental y única; por el contrario auparon enormes sumas de dinero orientadas la mayoría de ellas al pago de la deuda externa.


La Transmodernidad

 

Con la transmodernidad término acuñado por Dussel, del “ir más allá de la modernidad”. Refiere a ubicarse y hacer del giro (siendo esta una respuesta epistemológica) un ubicarse del otro lado de la orilla; haciendo mella al discurso tradicional eurocéntrico. “De lo que se trata entonces es de desarrollar lo que el filósofo de la liberación Enrique Dussel (1994) llama ‘transmodernidad’ como proyecto para culminar, no la modernidad ni la posmodernidad, sino el proyecto incompleto e inacabado de la descolonización

El girar apuesta a nuevos relatos, y permite la re-construcción del discurso del poder para y desde Latinoamérica. Ha sido romper la totalidad de Hegel, donde ese “ser en el mundo”, el otro, el oprimido no existía, se lo anuló. Es entonces, cuando el otro reflexiona y huye del discurso “del ser griego” y empieza a proyectar sus ideas proponiéndose como otro vigilante y contestatario, sin ser un nuevo “ser es” sino uno que reivindica lo que “no es”, o de lo que se quiere ocultar “que es” y existe.


Eurocentrismo y filosofía bárbara

 

Dussel lo llamó una Filosofía Bárbara: de los que están fuera del ser. Con la teoría de la dependencia, Levinas mira a los países pobres (sub-desarrollados) desde su dominación económica. América Latina desde los años setenta con la filosofía de la liberación planteó y abordó la crisis, la cual era objeto de las mayores injusticias sociales, políticas y económicas por los países desarrollados. “Es precisamente la relación creada por el pensamiento moderno entre un sujeto abstracto (sin sexo, sin clase, sin cultura) y un objeto inerte (la naturaleza), lo que explica la “totalización” del mundo Occidental, ya que este tipo de representación bloquea de entrada la posibilidad de un intercambio de conocimientos y de formas de producir conocimientos entre diferentes culturas. Por ello, la civilización europea ha mirado todo lo que no pertenece a ella como “barbarie”, es decir, como naturaleza en bruto que necesita ser “civilizada”


Giro decolonial y otros demonios América Latina surge emergente con profundas heridas producto de una colonización pueril y atroz del imperio español. La palabra opresor sonó a menudo en Amerindia. Nuevos esclavos, a pesar de su (negación de la negación) una dialéctica que solo buscó evidenciar el sistema que el poder de entonces planteó como libertades y capitales. Fue negarnos.


Defender lo no posible:el otro

 

Entonces “el girar” necesariamente es defender lo no posible. Es imaginarse como: “ser” otro posible; desde la esperanza, como posibilidad de vida. De sentirnos necesarios ante cambios sensibles. Aprehender: “no todo es opresión”. Un mundo, otro mundo, nuestro mundo siempre es posible. La “exterioridad” con la que Levinas trabajó, a pesar de mostrar ciertos ribetes eurocéntricos, planteó al otro. Nos-otros entramos en el imaginario: “si existen”. Permitió situar al supuesto opresor y al que lo es, en nuestros zapatos; y así, abrió la ventana a un posible diálogo entre los oprimidos (no más en silencio) y opresores (obligados a no serlo) para sistematizar experiencias y producir significados a esos diálogos. Los otros dejamos de ser esos otros.


El giro dice y pide exigir la destrucción de todo proyecto colonizador y re-colonial. Si en la modernidad ese ego-conquistador se manifestó ¿El girar, tiene ribetes de Ego?; pero ¿cuál de ellos, o basta ser uno de ellos? Atrevido pensar si esos complejos eurocéntricos (no de una Europa superior, cual ignorante y acomplejada ante el kultur de sur como fueron los árabes) elementos sustantivos para la invasión en 1492. Era necesario hacer lo mismo, conquistar a otros para sentirse superiores en su inferioridad. Esa filosofía unidisciplinaria aparta los pensamientos de los otros; a los otros como posibles gestores de cambio. Requiere quebrar toda totalidad y abrir espacios para la re-significación del valor de la vida y que la vida esta sobre el valor del capital. América Latina representó la usurpación y vorágine del imperio.



La modernidad y sus complejos

 

Vivimos una modernidad llena de complejos, tomó las riquezas de nuestros pueblos y abrigó falsos sueños. Imbuyeron a nuestra gente con discursos lleno de aculturaciones. Necesitaban trasmitir su esperma y lógica de sentidos, un rigor en muchos casos oprobioso por la clase de sistema por el cual había que robar para alimentar el imperio conquistador. Girar propone entonces no callar y evidenciar esa ignominias del poder. Obliga a reflexionar y apropiarse discursivamente a enunciar que esta es nuestra América, no la América conquistada y oprimida. Girar también propone confrontación sin armas, una lucha sin peleas, solo con sentidos y valores, significa romper las brechas impuestas por las clases sociales, quienes con su política sucia mantienen aún a personas las cuales venden su dignidad por el dinero.


No callar

No es fácil girar en tiempos difíciles, en realidades y superestructuras económicas imposibles de negar y obviar marcadas con unas políticas económicas globales que nos recuerda a esa época colonial mercantilista. Pero el silencio es aún peor, por ello girar significa no callar La descolonización, que se propone cambiar el orden del mundo es, como se ve, un programa de desorden absoluto. Pero no puede ser el resultado de una operación mágica, de un sacudimiento natural o de un entendimiento amigable. La descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es decir, que no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a sí misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento historizante que le da forma y contenido. La descolonización es el encuentro de dos fuerzas congénitamente antagónicas que extraen precisamente su originalidad de esa especie de sustanciación que segrega y alimenta la situación colonial

De-colonizar implica revindicar desde el discurso político al pobre, diciendo América Latina es nuestra, gritar: “ser pobre, no es la naturaleza de lo humano”. Eso significa aprender a Girar, y en muchos casos no suele gustar. El giro redefine los lugares privilegiados, por sitios de encuentro, habla de gente con otros ojos sobre el poder y el gobierno. Abre sentidos, juega a resistir, a pensar en una América Latina distinta y posible. Un pueblo consciente, con conocimiento de su historia ajenos aquellos tiempos del neoliberalismo perverso de la década de los ochenta.


¿Cómo hablar con giro?

 

Se habla en las calles: cuando se exigen derechos, cuando tenemos un pueblo preocupado por su historia, economía y actor principal de las decisiones del Estado. Un nuevo sujeto. También se aprende a girar cuando se exige seguridad social más justa y equitativa, se gira con sistemas de salud acordes a las masas y no solo sistemas privados; se gira con política de inversión directa. Girar es sin duda hacer. El giro decolonial es justicia social para los pueblos de América Latina. Girar es protestar. El girar da pie a mantener nuevos ideales y ser fiel a ellos; soñar con la transformación social es posible, hizo del Girar una dignidad para el ser. Una América Latina indignada no de pensamiento único, sino diverso. El giro decolonial se opone abiertamente a las torturas vividas en América Latina, llenas de dictaduras muerte y opresión, permite al giro pensar distinto, a debatir ante las oligarquías cuyas elites pretenden siempre dar clases de moral y buenas costumbres, pero en la práctica humillan con sus políticas opresoras económicas la dignidad de vivir en paz y aprender a vivir bien.


Giro descolonial y otros demonios

 

El giro de-colonial grita fuerte al decir al mundo, somos quienes alimentan con nuestros productos su mundo, cuya paradoja sigue siendo que a pesar de ello, aún somos un continente con enormes desigualdades llenos de poderosos quienes hablan de coherencia y justicia social desde sus islas y clubes privados.

El postmodernismo culturalista que las elites impostan y que el estado reproduce de modo fragmentario y subordinado nos es ajeno como táctica. No hay “post” ni “pre” en una visión de la historia que no es lineal ni teleológica, que se mueve en ciclos y espirales, que marca un rumbo sin dejar de retornar al mismo punto (Rivera, 2010: 54). El giro de-colonizador también habla desde lo específico, esa es su cualidad. Por ejemplo puso en relieve la manera en que los otros pensaban y discutían al referirse al futuro de América Latina.

Girar significa recordar de como la modernidad, el capitalismo y el eurocentrismo son simultáneos en su contexto y desde el transmitieron su mensaje de dominio. Por ende, el giro decolonial plantea una nueva visión de la historia no eurocéntrica. Si Hegel construyó o se inventó toda la historia mediante su propuesta sobre la estética, historia universal, filosofía, derecho, y lo hizo situando momentos sincrónicos de la realidad en un determinado tiempo hasta constituir lo que llamó su espíritu German, lo que le permitió posicionar un relato histórico donde incluso la filosofía también creció como absoluta. Pensó una historia exclusiva y meramente eurocéntrica; y lo hizo al colocar a Alemania (Dinamarca e Inglaterra) como el centro. Esta visión anuló todo el pensamiento al sur de Europa. Si traspalamos hacia Latinoamérica, diremos Hegel no solo reconfiguró a: España, Italia y Portugal, nos desapareció del discurso, no existíamos, la barbarie era su precepto. Entonces, hacer un giro plantea reconocer en primera instancia el recorrido de la historia universal y de aquí iniciar la comprensión de esa historia latinoamericana en construcción y eso requiere un nuevo horizonte epistemológico histórico y aún más se hace atrevido pensar si se puede de todas las ciencias y las matemáticas.


El giro decolonial afirma el aporte que hacen esos otros a la historia universal. Y marca un hito cuando permite hacer historia al arar los campos aquella semilla de la unidad, no de una Latinoamérica cuya letra hizo del concepto de pacificación fruto de la explotación y represión de unas oligarquías enquistadas en los poderes con discursos nefastos y nada prácticos con la realidad histórica de los pueblos. La unidad analítica propia para el análisis de la modernidad es la modernidad/ colonialidad en suma, no hay modernidad sin colonialidad, siendo esta última constitutiva de la primera. Segundo, el hecho de que la ‘diferencia colonial’ es un espacio epistemológico y político privilegiado



Un nuevo relato

 

La unidad histórica fruto de la paz cuyo fundamento histórico del relato ha sido reafirmar la justicia social y económica de los territorios de toda América Latina. El nuevo relato histórico plantea el vivir con dignidad no significa vivir teniendo más, sino un relato que habla de la felicidad de vivir con esa dignidad y justicia social. Esa toma de conciencia diferenciada por el emerger de nuevos horizontes hace del giro un interesante resurgir del otro en la medida de sus particularidades más que de sus universalidades. Siempre en diálogo con la historia y la modernidad basado en sus propias experiencias y no de las usuales imposiciones dadas. Esa toma de conciencia de su historia, a sus conveniencias; hace del girar una forma distinta de vida. Dussel y Mignolo lo llaman un “pluriverso futuro”. El futuro de espacios sin coincidencias, siendo una postura más allá de la modernidad. El giro aborda también la postura crítica sobre el papel ecológico. El capitalismo está en crisis, y aun así sigue golpeando con sus enormes empresas en contra de la diversidad ecológica. Empresas multilaterales que aún ven al recurso natural siempre como explotable. Ese capital financiero aplasta todo con una vorágine destructiva de intereses lejanos de las lógicas sociales. El giro determina posturas y nuevas estrategias para entender este dominio que sigue con perversidad golpeando con vehemencia las estructuras sociales de los pueblos en América Latina. Si se parte de la premisa decolonial según la cual tanto el pensamiento, como el ser y las prácticas están lugarizados, una de las implicaciones de ello es reconocer que las economías también están lugarizadas, y por tanto, tienen sus singula ridades. Esto parece obvio, pero sin embargo constituye uno de los vacíos de los abstractos, universalistas, totalizantes y globalizantes paradigmas económicos (marxistas y no marxistas). La incorporación del “lugar” en un proyecto económico alternativo y descolonial puede darle alcances importantes. En el lugar se conecta no solo la ecología, el cuerpo y los procesos económicos, culturales y sociopolíticos sino que también se materializa la colonialidad del poder y la diferencia colonial; allí también se articula lo global y local y constituye un espacio que sirve como plataforma epistémica, ontológica y práctica que puede ser ocupado por muchos sujetos

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