1. Un giro profundo e inesperado
Oscar A. Bottinelli
El Observador
Que la oposición política y social haya logrado convocar a la tercera parte del electorado nacional es una señal importante, que debe ser atendida. No solo demostró una capacidad movilizatoria significativa de organizaciones sociales y políticas, sino que encontró un terreno fértil para traducirla en captación de firmas. Hay pues espacios de malestar en la sociedad lo suficientemente importantes para que se traduzcan en actos, para que provoquen el paso del pensamiento a la acción.
La Izquierda pasa a la ofensiva y el oficialismo queda a la defensiva
En la tarde del jueves 8 de julio, la Comisión Pro Referendum contra la Ley de Urgente Consideración (LUC) presentó ante la Corte Electoral –según lo declarado- casi 800 mil firmas (797.261) Cabe dimensionar estas cifras, que luego de la depuración podrán sufrir alguna merma razonablemente no mayor al 5%, lo que dejaría el número neto en un piso de 750 mil. Cualquiera de las dos magnitudes significa un volumen de entre 50 y 100 mil personas más que el total de votantes del Partido Nacional en las pasadas elecciones nacionales. Representa la tercera parte del total del electorado residente en el país (cuyo universo es de 2:400.000 personas) y un 35% del total de votantes en las pasadas elecciones departamentales y municipales del 27 de setiembre de 2020.
Es un hecho de enorme significación política, con múltiples efectos, todos ellos favorables a la oposición y a los movimientos sociales de izquierda, y desfavorables para el oficialismo y en particular para el elenco presidencial. Todo indica que el referendum se realizará con las mayores probabilidades en el mes de marzo, o en abril.
Los efectos políticos más relevantes son:
Uno. La Izquierda retoma la iniciativa que perdiera hace 20 meses, en la noche de las Elecciones Nacionales, el 27 de octubre de 2019. El actual oficialismo, a su vez, pierde su propia iniciativa que obtuvo un mes después, en la noche del balotaje, el 24 de noviembre de ese mismo 2019.
Dos. La Izquierda pasa por primera vez a la ofensiva y el oficialismo, en particular el elenco presidencial y el partido del presidente, quedan a la defensiva. Se produce una inversión en el juego.
Tres. En marzo o en abril habrá un acto electoral con las características de “elección de medio periodo”. Será pues uno de aquéllos en que se opta en forma dicotómica en favor o en contra del gobierno, más allá y a veces con independencia del contenido votacional concreto. En términos menos técnicos, el país vivirá un plebiscito sobre el gobierno y más concretamente sobre el presidente de la República. En estas instancias uno gana y el otro pierde, y no hay empate.
Cuatro. Se destruye el sueño dominante en el oficialismo, y en particular en las esferas presidenciales, de que la Izquierda, el Frente Amplio y los movimientos sociales se encontraban en estado de liquidación.
Cinco. Obliga a la mayoría parlamentaria a una mayor cautela en la aprobación de textos legislativos, pues ahora la amenaza de un recurso de referendum ya no es una balandronada, sino una amenaza real, concretable. En el plano parlamentario se equilibran las fuerzas, porque frente a la ventaja numérica de la mayoría en bancas, se alza un oponente en condiciones de apelar a la ciudadanía y poner un freno.
Seis. Lleva a la necesidad de prudencia en las decisiones estrictamente gubernativas, en lo que implica decretos, resoluciones y firmas del Poder Ejecutivo, pues por ejemplo decretar dos aumentos consecutivos de los combustibles en tres semanas provoca efectos políticos y reacciones de la sociedad. Ya no le es tan fácil a la mayoría parlamentaria implementar normas que debilitasen al Banco de la República, Ancap o Antel. Aparecen proyectos en discusión sensibles, como la Ley de Medios, con altas probabilidades de ser llevada a referendum de no haber un amplio consenso basado en un entendimiento oficialismo-oposición.
Siete. Dificulta el juego de los socios menores de la Coalición Multicolor, pues se enfrentan a un escenario necesaria e ineludiblemente binario. No es la arena más cómoda ni para el Partido Colorado ni para Cabildo Abierto.
Octavo. El Frente Amplio tiene el enorme desafío de no debilitar su éxito y la necesidad de corregir rapidamente sus falencias. Está exigido de construir una verdadera conducción política y definir de manera clara e inequívoca una estrategia.
Que la oposición política y social haya logrado convocar a la tercera parte del electorado nacional es una señal importante, que debe ser atendida. No solo demostró una capacidad movilizatoria significativa de organizaciones sociales y políticas, sino que encontró un terreno fértil para traducirla en captación de firmas (o más exactamente, de impresiones digitales). Hay pues espacios de malestar en la sociedad lo suficientemente importantes para que se traduzcan en actos, para que provoquen el paso del pensamiento a la acción.
Es probable que desde la Torre Ejecutiva, es decir desde la Presidencia de la República, se haya sobrevalorado algunos indicadores de opinión pública y se haya subvalorado otros, o directamente no se les haya prestado atención. Porque hay muchos matices a la hora de interpretar a la sociedad, es decir, de leer la expresión de esa sociedad en tanto opinión pública. De un lado hay un presidente que en tanto tal tiene un nivel interesante de aprobación, más elevado o menos elevado según la metodología empleada, pero siempre positivo. Y también una valoración positiva de la actuación del presidente y del gobierno en el tema salud (Coronavirus) y seguridad pública.
Pero desde hace doce meses se registran evaluaciones negativas del desempeño del presidente y del gobierno en materia de empleo, ingreso de los hogares, pobreza y aumento de precios de los productos de mayor consumo familiar. Y en los últimos tiempos estos temas vienen concitando la mayor preocupación de la sociedad.
Es interesante observar cómo desde personas vinculadas al oficialismo presidencial se ha evidenciado enojo público contra todo indicador de opinión pública o todo análisis que no coincidiese con el imaginario pre existente o la realidad deseada. No se los vio como fueron: una advertencia, una señalización de riesgos.
La sorpresa habida con el resultado, pero mucho más aun la aparición de actos de negación de la realidad y la esperanza de un vuelco mágico en la verificación de las firmas, habla de la lectura unidimensional de esa realidad.
2. Y la iniciativa no se retiene
Oscar A. Bottinelli
El Observado
O hay una falla o se cree que la conducción es producto de la espontaneidad. […] El Plenario Nacional eligió una personalidad como Ricardo Ehrlich para conducir una transición, y para ello le dio un tenedor, sin que se sepa cómo será el fin de esa transición. Hay pocos días, no mucho más de alguna que otra semana, para que aparezcan señales claras
El FA se vuelca hacia sí mismo y no acierta a definir su camino
Si se mira el juego político como un juego de ajedrez, se observa que la Coalición Multicolor partió con la iniciativa desde el ciclo electoral nacional 2019, hace veinte o veintiún meses. Se situó a la ofensiva y la mantuvo hasta el 8 de julio, cuando La Izquierda (política y social) alcanzó las 800 mil firmas que llevan a referendo la nave insignia de este gobierno, conocida como Ley de Urgente Consideración (LUC). Consecuentemente, el Frente Amplio en todo ese periodo quedó a la defensiva hasta lograr dar vuelta la partida, tomar la iniciativa y pasar a la ofensiva.
Pero ese cambio de posiciones fue fugaz, duró 16 días. Es que mantener la iniciativa supone pensamiento estratégico, claridad táctica, unidad de pensamiento y acción. Ahora en el terreno político, supone existencia de una conducción central y capacidad de conducción. No lo hay.
La estrategia es la resultante de muchos vectores en sentido diferente: las decisiones oscilantes y a veces contradictorias de la bancada de senadores, algún empuje de la bancada de diputados, el juego individual de cada una de las tres intendencias a su cargo, la acción separada de sus principales corrientes y hasta acciones individuales de algún que otro referente de esas mismas corrientes.
Quizás la raíz de este problema radica en que se observa mucha confusión con el concepto de conducción. Parece que muchas veces se ve el problema de conducción como qué hacer con la estructura organizacional cuyo vértice se encuentra en la sede de Colonia y Ejido, estructura compleja con un funcionamiento permanente a nivel nacional de un Plenario, una Mesa Política, un Secretariado, un Grupo de Acompañamiento de la Presidencia y una estructura de Presidencia. A lo que se suma una bancada en cada cámara que toma sus decisiones por separado y dos intendencias clave, que concentran la mayoría de la población, y se mueven a su propio compás. Y con una concepción analógica de las decisiones, con espíritu más notarial que político.
O hay una falla o se cree que la conducción es producto de la espontaneidad. Porque conducción implica un conjunto de personas que efectivamente ejercen la conducción del todo, porque se parte de que cada uno de ellos ejerce la conducción de una parte de ese todo, de una corriente, o gobiernan medio país en el ámbito de sus limitadas atribuciones, y todos juntos ejercen de consuno la conducción de ese todo. Conducción es conducir: definir objetivo estratégico, planificar una estrategia, decidir dónde y quiénes diseñan y aplican la táctica.
Conducción es tomar decisiones sobre la priorización de temas, definir si se va por la divisoria de aguas (oposición versus oficialismo compactado) o se va por buscar resultados mediante el operar en fisuras del oficialismo, decidir en qué se pacta con quién y en qué se confronta con ese mismo quién, supone definir y articular la relación con las fuerzas sociales, y en particular con el accionar de los dirigentes y militantes frenteamplistas que a su vez son dirigentes en el campo social. Además, nada menor, implica definir hacia qué clases sociales se dirige la propuesta y la lucha del partido político.
Por si fuera poco, se le cuela con demasiada anticipación las carreras por la candidatura presidencial, las que –como comenzó a ser en 2019- se corren esencialmente como proyectos y aspiraciones personales. Se observa lo que parece absurdo, que no se ve que de nada sirven las aspiraciones presidenciales si el Frente Amplio no resintoniza con los segmentos sociales que perdió, no construye una verdadera conducción y articula una estrategia clara y central, y por encima de todo, no gana el referendo contra la LUC. Si en el referendo triunfa el oficialismo, el retorno al gobierno al Frente Amplio se le dificulta más aun. Vistas las prioridades de discusión en el Plenario Nacional del sábado 24 de julio, no hay clara conciencia que el partido político se juega mucho en ese referendo, que para nada lo tiene ganado.
El centro de discusión en el Frente Amplio es cómo rearmar la conducción formal a partir de la paridad de género. Sin duda es un tema de principios muy relevante. Es un tema de alta preocupación en dirigencias y militancias, casi todas ellas pertenecientes a las capas medias y medio altas, de alto nivel educativo. Ocurre que la preocupación de la mayoría de las mujeres votantes del Frente Amplio, y de las que dejaron de votarlo, anda por otro lado: qué hacer con los hijos cuando van a trabajar, cómo conseguir trabajo con las dificultades de criar a los hijos, la paridad de género en sueldos y condiciones de trabajo, cómo llegar a fin de mes, cómo sostener a las personas mayores que no están en condiciones de trabajar. Es también la preocupación de la mayoría de los hombres votantes del Frente Amplio, o que dejaron de votarlo. Y de los hombres y de las mujeres que podrían llegar a votarlo, o al menos votar ahora la abrogación de la LUC. Hay una fuerte disonancia entre lo que preocupa adentro y lo que preocupa afuera.
La contracara en la Izquierda es lo que pasa en las organizaciones sociales como sindicatos, cooperativismo de vivienda por ayuda mutua, movimientos feministas. Fueron en su momento los promotores de la impugnación de la LUC mediante referendo. Son hoy los que debaten la estrategia en la campaña por el voto por SI y ven los problemas del día al día de los uruguayos como el tema central del debate político: empleo, precios de alimentos y canasta familiar, salarios e ingresos por cuenta propia, pobreza. O lo hacen también algunas corrientes frenteamplistas, cada una por su lado.
El Plenario Nacional eligió una personalidad como Ricardo Ehrlich para conducir una transición, y para ello le dio un tenedor, sin que se sepa cómo será el fin de esa transición. Hay pocos días, no mucho más de alguna que otra semana, para que aparezcan señales claras.
3. Cuando se huye hcia adelante
Oscar A. Bottinelli
El Observador
En el ejercicio del poder hay que tener en cuenta que no siempre lo que se hace es producto de impronta ideológica, sino también tiene mucho que ver con la estructura de personalidad. Así es como en el mundo hay figuras de gobierno que buscan remar en aguas serenas, hay otras que mejor navegan en aguas embravecidas. Y si las aguas no se embravecen por sí solas, se las embravece.
La Presidencia retoma la iniciativa y desafía a diestra y siniestra
Un mes atrás, al cabo de veinte o veintiún meses, el oficialismo perdió la iniciativa a manos de la oposición, cuando quedó planteado el recurso de referendum contra la Ley de Urgente Consideración (LUC)1 En un mes la situación se revirtió y lo fue, como ocurre bastantes veces, en parte por mérito propio y en parte por demérito ajeno. Primero fue el Frente Amplio que se enredó en su propio ovillo y perdió la iniciativa, y ahora es el oficialismo presidencial que retoma esa iniciativa. Lo hace de manera fuerte: desafía a amigos y adversarios. Lo hace según los casos, la Presidencia, o figuras del oficialismo presidencial, o comunicadores inspirados en la Torre Ejecutiva.
El desafío a la oposición es una constante desde el cambio de gobierno, con mayores o menores decibeles, y se puede decir que en materia de resultados ha sido bastante exitoso. En estos días cabe anotar dos, de diferente calado. El más significativo en términos de manejo del poder es la obstaculización de la creación de un fideicomiso del gobierno departamental de Canelones, en directo ataque a uno de los dos posibles contendores presidenciales por el Frente Amplio. Podrá discutirse si a la larga los efectos son positivos para el oficialismo o positivos para el desafiado, y eso se sabrá con el paso del tiempo; hoy por hoy hay señales en ambos sentidos, en planos diferentes: el del poder y el desarrollo de gestión, y en el de la opinión pública.
El otro desafío es de menor cuantía aunque de mayor sonoridad en el plano de la opinión pública, como las denuncias contra un senador oficialista, ex candidato presidencial y dirigente sindical, por incumplimiento de obligaciones previsionales y tributarias. El resultado quizás es mayor por el demérito ajeno, por el manejo hecho por el involucrado y por el Frente Amplio, que recuerda mucho los errores cometidos cinco años atrás, al antes que nada defender la conducta cuestionada y al cuestionado y después ver qué hacer.
Al realizar un tercer aumento del precio de los combustibles en menos de dos meses, aprovecha para trasladar culpas: esto es producto de no haber desmonopolizado Ancap, de no haber permitido la libre importación. Los culpables, los dos socios de la coalición que se opusieron a ello en la LUC: el Partido Colorado y Cabildo Abierto. También el desafío es riesgoso. Porque empezó el contra ataque, especialmente del lado de Cabildo Abierto sobre los efectos de desmonopolizar Ancap sin quitarle los sobrecostos, el riesgo de pasar de un monopolio público a un monopolio privado, la contradicción de pretender eliminar esos sobrecostos y a la vez asegurar la continuidad de la producción de etanol, plantación asociada de caña en Bella Unión.
Pero quizás lo más riesgoso es que los aumentos se fundamentan en la LUC, en la Paridad de Precios de Importación, con lo que entrega una idea fuerza al movimiento abrogacionista, como los es la defensa de la refinación nacional del petróleo, y permite en forma genérica la defensa de las empresas públicas, al asociar esto con las propuestas de debilitamiento del Banco República en la Rendición de Cuentas y de Antel en la Ley de Medios.
A todo ello se agrega un desafío bifurcado: la forma en que se fundamenta la destitución del general de Ejército Daniel Castellá de la presidencia del Supremo Tribunal Militar. En esa fundamentación oficial o periodística, se lo vincula al caso Vladimir Roslik (el último muerto por tortura directa durante la dictadura) Se asocia Castellá a José Mujica, Tabaré Vázquez y Guido Manini Ríos, se involucra a los segmentos centrales del Frente Amplio y a Cabildo Abierto. De paso, se introduce una cuña en la Izquierda entre los que tienen su centralidad de lucha en los derechos humanos del periodo dictatorial y quienes ejercieron el manejo del gobierno y de las Fuerzas Armadas en los tres lustros frenteamplistas.
En una expresión política y militar, lo hecho es una huida hacia adelante. Hace recordar una anécdota de la Guerra de Corea, cuando -en el peor momento para las tropas norteamericanas- el general Douglas Mc Arthur dice: “Tenemos el enemigo al frente y a nuestras espaldas, nos rodean por el flanco derecho y el flanco izquierda ¡Ahora sí, no escaparán!” Y arremete.
Con esta huida hacia adelante pone media docena de temas encima de la mesa, asuntos de diferente entidad y de distintas categorías, promueve debates, aplausos y enojos por doquier, y logra el silencio sobre los puntos débiles, los que se centran en el día a día de los uruguayos, especialmente ingreso económico de los hogares, precio de los alimentos y de la canasta familiar en general, pobreza.
En el ejercicio del poder hay que tener en cuenta que no siempre lo que se hace es producto de impronta ideológica, sino también tiene mucho que ver con la estructura de personalidad. Así es como en el mundo hay figuras de gobierno que buscan remar en aguas serenas, hay otras que mejor navegan en aguas embravecidas. Y si las aguas no se embravecen por sí solas, se las embravece.
Cuando se juega fuerte las posibilidades de perder son mayores y los costos más altos. Pero en caso de ganar, los éxitos son inconmensurables. Más o menos en unos siete meses, cuando se realice el referendum, se producirá un fuerte cambio en el destino del gobierno por los dos años siguientes e impactará en el ciclo electoral nacional 2024. Un triunfo del NO es un voto popular de confianza al gobierno y potenciaría a Luis Lacalle Pou como hiperpresidente y líder político de la mayoría del país. Un triunfo del SI supondría un golpe tremendo para el presidente de la República y dañaría a la Coalición Multicolor. Todos los juegos y las movidas de unos y otros se canalizan, o deberían canalizarse, hacia ese momento; y para todos será el momento de la verdad.
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